Ayer La Banda FM de los jóvenes de Huatusco inauguró su segundo año en el Centro Juan Pablo II desde las 16.30 a 22 h.
La comisión organizadora integrada por algunos jóvenes, el matrimonio de Martha y Carlos (laicos de la Familia Menesiana de adultos) y el Hermano Mario, hace semanas se reunió para planificar este primer encuentro y por la mañana del sábado ultimaron detalles preparando el aspecto culinario para la noche.
El objetivo del encuentro fue a hacer memoria de lo ya transitado, recibir a los nuevos integrantes y lanzar líneas a vivir en el presente año.
Los participantes de la Banda FM son jóvenes de los últimos años de secundaria, universitarios que siguen estudios en otras ciudades y regresan a Huatusco para las vacaciones, y algunos jóvenes ya profesionales o trabajadores que viven en la ciudad. Muchos de ellos han sido animadores de El Arca, campamento de verano para niños y adolescentes de Huatusco. También, siguiendo el consejo de Juan María de la Mennais a ‘tener un corazón católico (universal)’, se invitó a jóvenes que están participando en un proyecto de Reconstrucción del Tejido Social liderado por un padre jesuita.
Haciendo memoria de lo vivido un sentimiento de profunda gratitud lo invade todo. Conmueve ver a jóvenes que buscan caminos de encuentro, de fraternidad, de servicio a los pequeños. Jóvenes que alargan la mirada y se quieren comprometer a ser agentes de cambio según una fe que no quede recluida a palabras o a una superficialidad que termina cansando y achicando el horizonte de sus corazones.
La nota característica fue la sencillez en todo, la participación y la acogida. Los jóvenes de la banda del año pasado dieron su testimonio. Los jóvenes del proyecto de Reconstrucción social nos ayudaron a crear la comunión espiritual y nos compartieron su arte por medio de sus creaciones musicales. Los Hermanos nos sentimos en ‘casa’, no por jugar de locatarios, sino porque estábamos compartiendo sencillamente nuestra vida con los jóvenes. Ellos son el medio ambiente natural para todo menesiano.
El momento de oración, uniendo nuestra fe cristiana con las raíces de esta cultura ancestral alrededor de un altar maya, estrechó más fuertemente nuestros lazos y nos unió con siglos de historia, con la creación y con el Creador.
La cena compartida nos dio ocasión para conocernos más en un ambiente en el que la palabra surgía sin protocolos.
Estoy cada vez más convencido de que solo seremos capaces de inventar nuevos caminos de fraternidad, si nos reconocemos hijos de un mismo Padre recreando las dinámicas del Evangelio de Jesús para estos tiempos.
Permanecer sintonizados con los jóvenes y con el evangelio permitirá a los menesianos a encontrar la longitud de onda para seguir siendo portavoces de la fraternidad.
Guillermo Dávila, Huatusco