En la Vigilia de las Jornadas mundiales de la juventud JMJ en Panamá, el papa Francisco intervino el sábado, 26 de enero, después de escuchar los testimonios de algunos jóvenes.
» Lo que el Señor nos ofrece es una invitación a formar parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos. Allí viene el Señor a plantar y a plantarse; es el primero en decir “sí” a nuestra vida, él siempre va primero. Es el primero a decir sí a nuestra historia, y quiere que también digamos “sí” junto a Él. (…)
El amor del Señor es más grande que todas nuestras contradicciones, que todas nuestras fragilidades y que todas nuestras pequeñeces. Pero es precisamente a través de nuestras contradicciones, fragilidades y pequeñeces como Él quiere escribir esta historia de amor. Abrazó al hijo pródigo, abrazó a Pedro después de las negaciones y nos abraza siempre, siempre, siempre después de nuestras caídas ayudándonos a levantarnos y ponernos de pie. Porque la verdadera caída, la que es capaz de arruinarnos la vida es la de permanecer en el suelo y no dejarse ayudar. (…)
Lo sabemos bien, no basta con estar todo el día conectado para sentirse reconocido y amado. Sentirse considerado e invitado a algo, es más grande que estar “en la red”. Significa encontrar espacios en el que puedan con sus manos, con su corazón y con su cabeza sentirse parte de una comunidad más grande que los necesita, y que también ustedes, jóvenes, necesitan.
Ser un “líder” en el siglo XXI es ser custodios de las raíces, custodios de todo aquello que impide que nuestra vida se vuelva gaseosa, que nuestra vida se evapore en la nada. Ustedes deben ser los custodios de todo aquello que nos permita sentirnos parte los unos de los otros. Custodios de todo aquello que nos haga sentir que nos pertenecemos.