Acontecimientos y personas que “llaman”.
Dios no habla con palabras. Habla al corazón, habla en el silencio, a través de su palabra. También me habla en mi vida diaria, en encuentros y acontecimientos. Reconocer su llamada supone dedicar tiempo a la oración y a releer la vida guiados por el Espíritu.
«Lo que más me ha llamado la atención y más me ha atraído ha sido la alegría de los Novicios con los que me he encontrado.»
H. Julio, Escolástico de Abidjan.
«Un día vi un folleto sobre la Vocación de los HH. Menesianos en un monasterio de Carmelitas de Manila, que decía: Necesitamos profesores, educadores y evangelizadores.»
H. Israel, Filipinas.
Signos de la llamada a ser Hermano Menesiano
Cada persona es única y recorre su propio itinerario, pero hay signos que pueden ayudar a reconocer y a discernir la llamada, progresivamente y en el acompañamiento:
- La alegría del compromiso de servir a los jóvenes, de vivir junto a ellos durante sus experiencias educativas (animaciones, catequesis, estudios, …) en el medio escolar, en los centros de vacaciones, en las parroquias y en los movimientos juveniles, …
- La preocupación por los pequeños y por los pobres y el deseo de trabajar por un mundo mejor a través del servicio de la educación, ayudando a las personas a crecer humanamente y en su Fe.
- El deseo interior de seguir a Cristo y de vivir según el Evangelio junto a otros, llevando una vida marcada por la búsqueda de Dios.
- La disponibilidad y la capacidad de comprometerse concretamente en la educación, como profesional de la enseñanza o de la educación, con constante preocupación por la innovación y el trabajo en equipo.
«Durante mi compromiso con la parroquia, me encontré con un Hermano. Lo que me atrajo fue la vida de este misionero: su alegría, su apertura, su proximidad, su sencillez y su amor hacia mí. Y me dije: Voy a hacer otro tanto con las personas que me rodean.»
«Con ellos he descubierto la piedad, la humildad y la sencillez. Me he dado cuenta de que quieren mucho a los chicos y que acogen a todos, sean del rango social que sean.»
Oración
«Tomad, Señor y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer,
Vos me lo disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro.
Disponed según vuestra voluntad,
dadme vuestro amor y gracia
que ésta me basta.»
Oración de S. Ignacio de Loyola.
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